viernes, 12 de abril de 2013

Piedras ombligo: apuntes sobre litolatrías onfálicas


Pedra dos Couselos, Xustáns (Ponte Caldelas), según Sobrino Buhígas (Corpus Petroglyphorum Gallaeciae, 1935).

Creo que el petroglifo de la Pedra dos Couselos ya no existe, o por lo menos no he sido capaz de localizarlo. De todas formas, el recuerdo de su nombre en relación con su aspecto ha quedado recogido en la obra de Ramón Sobrino como testimonio de una de las denominaciones populares que recibían las coviñas o cazoletas, couselos, esto es, ombligos; con morfema diminutivo añadido al lexema couso, "cavidad, depresión". La acepción umbilical del término se conserva todavía en el nombre de la planta denominada couselo, conocida en castellano como ombligo de Venus.

La Pedra dos Couselos fue, o es, si existe todavía, una piedra onfálica (del griego ónfalos, "ombligo") con todo lo que esto implica. Intuyo que en la Pedra dos Couselos, y en el resto de los miles de piedras gallegas, escocesas, etc. con los mismos motivos insculturados, se ha grabado una cosmogonía y una genealogía, señalando de forma individualizada nuestra conexión umbilical con la Tierra y nuestros antepasados. En mi opinión sería simplificar demasiado pretender justificar su nombre por la mera presencia de estos pequeños hoyuelos, sin intentar ir más allá de esta representación universal del motivo de los cups and rings.

En el caso del petroglifo del Outeiro do Filladoiro en Mallou, su nombre claramente evoca la funcionalidad del lugar como punto donde se establecía la filiación o filhamento / filhadouro del linaje através de la roca grabada.



Entre los hawaianos el cordón umbilical de los recién nacidos era depositado por sus madres sobre grandes piedras, en lugares elegidos por su fuerza y pureza, con la finalidad de protegerlo para asegurarle a su hijo una vida próspera. Estas piedras se reconocían por sus grabados de cazoletas, simples o rodeadas de uno o dos círculos concéntricos (Wenifer Lin: Birth Art and the Art of Birthing: Creation and Procreation on the 'Aina of Tütü Pele).

Petroglifos hawaianos de Puu Loa: cuando un niño nacía se grababa una puka (cazoleta) y depositaban su piko (cordón) en ella. (C) www.govisithawaii.com

Varner recoge muy de pasada esta tradición hawaiana dedicándole apenas tres líneas, sin estudiar a fondo su relación con el tema de las piedras onfálicas (Menhirs, Dolmen and Circles of Stone: The Folklore and Mithology of Sacred Stones); es una lástima. En Murcia se realizaba una ceremonia profiláctica similar enterrando el ombligo (cordón-placenta) del recién nacido, representado por un huevo, en un agujero del campo cubriéndolo con una piedra (Cultura y Sociedad en Murcia, editado por Álvarez Munárriz y otros).

Además del archimencionado pero desconocido omphalos de Delfos, que parece ser que era una piedra en forma de ombligo protuberante, o bien una piedra que, como en Murcia, cubría un cordón umbilical en forma de serpiente (Phyton), existen más testimonios antiguos de otras piedras onfálicas: en Irlanda hubo una piedra que según el Cambrense recibía el nombre de umbilicus Hiberniae. Si tenía grabados de cups and rings es algo que podemos suponer por sus vecinas escocesas, donde los grabados de cazoletas rodeadas por círculos concéntricos son más abundantes (Archaic Sculpturings of cups, circles &c. upon Stones and Rocks in Scotland, England & other Countries, de James Young Simpson).

Pedra da Serpe de Gondomil, Corme, que pone de manifiesto la conexión entre los cultos ofiolátricos y los onfálicos .
(C) Alfredo Erias, www.alfredoerias.com

En The Megalithic Culture of Indonesia se recoge un relato cosmogónico en que un joven, nacido de la espuma del mar, paseando en cierta ocasión junto a la desembocadura de un río escucha un llanto infantil que proviene de una especie de cairn; cuando se pone a buscar, encuentra a una niña recién nacida de la piedra, todavía unida a ella por el cordón umbilical.

Es una cosmogonía que vincula nuestro origen a la piedra como representación de la placenta telúrica, y que podría estar en la base de la escena grabada en el Penedo do Matrimónio (Campo de Caparinho, Vilar de Perdizes, Portugal), en la que únicamente se ha considerado conveniente destacar el ombligo de la figura femenina, que además, para más señas, está embarazada.

(C) Anxo Martínez; iluminación, Padre Antonio Lourenço Fontes.

Que en la creencia popular las piedras se reproducen era algo que ya sabíamos gracias a los trabajos de Fernando Alonso Romero. Lo que apenas es conocido es que esta suposición es completamente cierta; en Arouca (Portugal) existen las denominadas pedras parideiras, que arrojan en su lento parto nódulos de biotita dejando su matriz a la vista en forma de couselo o cazoleta. Otras tradiciones asocian los couselos a la fertilidad: en Brignoles (Provenza) las mujeres estériles abrazan o se frotan contra el ombligo de San Sumian, una cazoleta en una estela merovingia muy gastada por el tiempo.

Los antiguos rituales de fertilidad asociados a las piedras, que para la mayoría de los autores podrían ser vestigios de un primitivo culto fálico, más bien se van tornando en un primitivísimo culto onfálico en el que es decisivo el frotamiento del ombligo contra la piedra, o del ombligo de la piedra contra el vientre. Utilizando una imagen volteriana, resulta muy curioso que en Châlons sur Marne se venerase no precisamente el Prepucio de Jesucristo, sino su Santo Ombligo, el Saint Nombril, una reliquia que resultó ser, una vez abierto su receptáculo por un obispo descreído y curioso que casi es lapidado por el pueblo, unos fragmentos de piedra.

La Jument, en Locronan (Bretaña). Otra piedra con cavidades en donde es preceptivo el frotamiento umbilical.
(C) Ángel Facio.

La fricción onfálica contra el supuesto menhir conocido como Mére des Cailles en Imeray se debe probablemente a la presencia de cazoletas y líneas sinuosas o cordones en su superficie. Es significativo también que el nombre de la piedra sea femenino y relacionado con su capacidad parideira, Madre de los Callaos (piedras, cantos rodados).


Otros petroglifos que se vienen considerando variaciones del motivo de la cazoleta rodeada por círculos concéntricos son las espirales. Entre los Indios Pueblo la figura de la espiral representa el ombligo de la Tierra, el sipapu o tepari, término con el que también designan al cordón umbilical y a la matriz (Bonfiglioli y otros autores: Las Vías del Noroeste I: Una macrorregión indígena americana).

Siguiendo esta línea, de momento imprecisa, podríamos descartar la idea de que las piedras onfálicas hayan tenido este carácter por ser el centro de un territorio, como se viene suponiendo (Eliade, Brañas, González Ruibal, João Fonte, etc.). Estaríamos ante otra cosa, ante una antiquísima y universal cosmogonía en que se rendía culto a la conexión umbilical con la placenta madre, o, como afirma Frazer en La Rama Dorada, al alma externalizada, pues en muchas partes del mundo la placenta y el cordón umbilical son considerados el hermano o la hermana gemela del recién nacido, su doble, un receptáculo de su espíritu; como el ka egipcio.

La unión del recién nacido a su placenta através del cordón es la base del mito hindú de la flor de loto que surge del ombligo de Vishnú, y de la representación iconográfica medieval del árbol genealógico que confluye o nace del ombligo de Jesé. Mitológicamente la placenta muy a menudo se considera el árbol de la vida por su aspecto arbóreo, con ramificaciones, y su función nutricia y protectora del niño.

 The tree of life stone, Yorkshire. Piedra insculturada con motivos de cups and rings denominada popularmente
Piedra del árbol de la vida


La placenta fue, y es todavía, objeto de otro ritual atestiguado desde hace mucho tiempo: "quum aliquando Diogenes in conuiuio placentam ederet diceretque conuiuarum quispiam: 'Quid comedis Diogenes?' Suspicans Cynicum philosophum nescire quid sit placenta, 'panem' inquit, 'bene pistum', dissimulans se scire quid esset". Se trata de un pasaje oscuro en el que no se entiende por qué el filósofo es reacio a decir qué come, ni la pregunta malintencionada del curioso comensal.

Algunos mamíferos, entre ellos el perro, comen la placenta de sus crías tras el parto. Esta práctica fue condenada por la religión o la moral, probablemente por sus connotaciones antropófagas: "homines ante diluvium mulierum puerperarum placentam edidisse, quasi cibum delicatum in epulis luxuriosis; et quod hoc nefandissimo crimine movebatur Deus diluvio" (The Temple of Nature, de Erasmo Darwin).

Dice Cansinos Assens: "cuando pienso que placenta significa en latín la envoltura del feto y también torta, y recuerdo además que la torta era una forma de ofrenda en ciertas religiones antiguas –cuya última representación es la hostia cristiana– mi visión se enriquece extraordinariamente, pues al punto evoco toda una serie de relaciones ignoradas u olvidadas".

Los nombres que recibe, torta, tortilla, focaccia, cake, biscuit, galette, mutterkuchen, etc. ponen de manifiesto que antiguamente la formación y desarrollo del embrión y su compañera se suponían una especie de proceso similar al del horneado del pan: en el horno-matriz se cocinaban dos masas, una con fermento o levadura y otra ázima, respectivamente el niño y su placenta (The Oxford Handbook of Archaelogy of Ritual and Religion, T. Insoll; The Sex of Men in Premodern Europe, P. Simons). Es por esto que muchas religiones prohiben la ofrenda de tortas fermentadas a la divinidad, pues las consideran en cierta forma, vivas.

Es probable que la placenta como árbol de la vida con su serpiente-cordón enroscado haya sido aquel cuyo fruto la Ley prohibió comer. Pero no prohibió usarla como ingrediente en cremas faciales... ni recuperar las células madre del cordón para el tratamiento de la leucemia.

 Árbol de la vida, de Helena Rubinstein; crema con extracto de placenta.

Bibliografía:
F. Alonso Romero: Análisis iconográfico de una diosa madre en el petroglifo del Outeiro do Filladuiro en Mallou, Carnota (A Coruña), Anuario Brigantino, 2007.

martes, 2 de abril de 2013

As Neves - El Rift gallego

Los factores que convierten al yacimiento de Porto Maior (As Neves) en único en Europa son el enorme tamaño de sus bifaces (entre 25 y 30 cm) y el contexto, en el que no aparecen restos de talla, es decir, se trataría de un depósito, no de un área de fabricación. Una de las opiniones, aunque no la más sólida, que se baraja para explicar la gran cantidad de bifaces de este excepcional depósito es la posibilidad de que "los hombres realizasen estas piezas como una forma de exhibir sus habilidades ante las mujeres".
A los expertos del Instituto de Estudios Miñoranos que sostienen esta hipótesis de trabajo les dedico esta viñeta; son ideas como esa las que le dan la puntilla divertida a la aventura arqueológica.



La historia del Rift gallego puede leerse completa en el suplemento El Domingo de La Opinión, nº 625 de 31 de marzo de 2013. Se trata de un estupendo reportaje de Salvador Rodríguez titulado "Africanos en el Miño". Para la datación de los útiles se está aplicando la técnica de resonancia paramagnética electrónica a la terraza fluvial en la que se localiza el depósito, esperando que este sistema pueda confirmar la edad estimada de la misma alrededor de 450.000 años, lo que convertiría el yacimiento de As Neves en uno de los más antiguos de la Península y de Europa, según señala Méndez Quintas, codirector del equipo de excavación de Porto Maior.